El Pentágono anunció el lunes que logró destruir la mayoría de los objetivos atacados en Siria e Irak como represalia por los ataques sufridos por las tropas estadounidenses una semana antes en Jordania, cerca de la frontera siria, que resultaron en la muerte de tres militares.
Según el portavoz del Pentágono, el general de brigada Pat Ryder, los ataques del viernes impactaron y destruyeron o dañaron funcionalmente más de 80 objetivos en siete instalaciones vinculadas a la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán y milicias proiraníes en la región. La evaluación sobre el número de víctimas aún está en curso.
Estados Unidos ha destacado que estos ataques tienen como objetivo disuadir futuros actos agresivos y garantizar la seguridad de sus fuerzas en la región, mientras la situación sigue siendo tensa en medio de las crecientes tensiones en la zona.
Desde el bombardeo estadounidense del viernes, según el portavoz del Pentágono, las fuerzas estadounidenses han registrado dos ataques en su contra en la zona: uno el sábado, con el disparo de dos misiles sin que provocaran bajas o daños materiales, y otro el domingo con un dron, de nuevo sin que hubiera que lamentar daños.
Tanto el presidente, Joe Biden, como el secretario de Defensa, Lloyd Austin, dejaron claro el viernes que la respuesta estadounidense al ataque recibido no acababa ese día, sino que continuaría en el “momento y lugares” que consideraran oportuno.
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