A medida que los recortes al Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP, por sus siglas en inglés) y el cierre del gobierno amenazan las redes de seguridad social, el Instituto Kinder de Investigación Urbana de la Universidad Rice advierte que la crisis de hambre en Houston —y sus consecuencias para la salud— podrían empeorar.
El acceso a alimentos saludables y asequibles sigue siendo un desafío para muchas familias de Houston. Un estudio de la Universidad Rice explora la interconexión entre la inseguridad alimentaria y la salud.
Casi dos de cada cinco hogares del área de Houston carecen de acceso confiable a alimentos suficientes y nutritivos, y esto se refleja en su salud, según un nuevo informe del instituto.
La investigación revela que las familias del área de Houston que sufren inseguridad alimentaria tienen más del doble de probabilidades de reportar una salud física regular o deficiente en comparación con aquellas que sí tienen seguridad alimentaria. Además, enfrentan mayores tasas de enfermedades crónicas y mayores obstáculos para acceder a la atención médica.
“La inseguridad alimentaria no es un fenómeno aislado; está estrechamente ligada a la salud, el bienestar y el acceso a la atención médica”, afirmó Luz Garcini , directora del Centro de Salud Pública y Comunitaria del instituto y profesora asociada de ciencias psicológicas. “Cuando las personas se ven obligadas a elegir entre alimentos y atención médica, esto repercute negativamente en su salud y su futuro”.
Basado en las respuestas de más de 5200 residentes de Houston y el condado de Harris, el estudio ofrece una visión clara de la relación entre el acceso inadecuado a los alimentos y la salud. Casi dos tercios de los residentes que viven en hogares con inseguridad alimentaria reportaron tener al menos una enfermedad crónica, siendo las mujeres más propensas que los hombres a padecer enfermedades cardiovasculares, metabólicas o respiratorias.
La mayoría de los residentes sin seguro médico que viven en hogares con inseguridad alimentaria ganan menos de $35,000 al año, y la mayoría son hispanos. Muchos también reportaron haber postergado o omitido la atención médica debido al costo o a la falta de cobertura.
Estos hallazgos se producen en un contexto de múltiples presiones económicas que afectan a las familias de Texas. Las nuevas reducciones a los beneficios del SNAP entraron en vigor el 1 de noviembre, dejando a muchos hogares con aproximadamente la mitad de su asignación mensual habitual en medio del cierre parcial del gobierno. Además, el plazo para la distribución de estos beneficios sigue siendo incierto: podrían pasar semanas o incluso meses antes de que las familias reciban los fondos. Mientras tanto, los bancos de alimentos locales se preparan para un aumento de la demanda, ya que las familias tienen dificultades para cubrir sus necesidades básicas.
Al mismo tiempo, las primas de los planes de salud de la Ley de Cuidado de Salud Asequible están aumentando en Texas, a medida que las aseguradoras se preparan para la reducción de los subsidios federales.
Se prevé que, en conjunto, estos cambios afecten con mayor dureza a los hogares de bajos ingresos, incluidos los niños, los veteranos y muchas familias hispanas que ya se enfrentan a altos índices de inseguridad alimentaria.
Los defensores advierten que, a medida que los beneficios disminuyen y los costos aumentan, las familias se enfrentarán a difíciles disyuntivas: pagar las facturas o comprar alimentos, surtir recetas médicas o llenar los platos.
Por eso, Garcini y su equipo afirman que el problema no puede abordarse únicamente con bancos de alimentos o clínicas.
“No podemos tratar el hambre y la salud como cuestiones separadas”, dijo. “Cuando los bancos de alimentos, las agencias comunitarias, los proveedores de salud y los investigadores trabajan juntos, creamos caminos hacia el bienestar que fortalecen a las comunidades”.
El Instituto Kinder ya colabora con el Banco de Alimentos de Houston y LIFE Houston para ayudar a madres, bebés y familias de bajos ingresos a acceder a alimentos nutritivos y atención preventiva. El equipo de investigación también estudia las causas de la inseguridad alimentaria —incluidos los dilemas económicos y las barreras de acceso— para fundamentar programas como la iniciativa Food Rx del Banco de Alimentos de Houston.
A medida que disminuye el apoyo federal, el equipo de Garcini afirma que la investigación local y las alianzas comunitarias serán fundamentales para proteger la salud y el bienestar de las familias.
“Si queremos que la gente prospere, tenemos que asegurarnos de que tengan tanto la comida como la atención que necesitan”, dijo. “El bienestar de nuestra ciudad depende de ello”.
El estudio fue realizado por Garcini, Sejal Mistry, Hannah Ballard, Anjelica Martinez, Kathryn Gonzalez y Katherine Perez en el Instituto Kinder.




